miércoles, 29 de octubre de 2008



Un día de lluvia cualquiera como el de hoy, podría ser el mismo que lloró las gotas de mis ojos. Fue la misma lluvia la que arrasó con mi diminuto amor.

El, podría ser como cualquier ser vivo nacido bajo el cielo infinito. Pero cuando respiró la primera bocanada de aire estuve allí, frotando su cuerpecito frío y sintiendo su tenue llanto lastimoso. El sabía que yo estaba a su lado, ayudando al Dios poderoso a devolverle su pequeña vida.

El tiempo de su fugaz existencia fue mi enano sol. Agradeció cada gota de vida devuelta en mis manos. Festejaba mi presencia con su esencia tan llena de torpeza para expresar amor, tan puro amor y tan poco cerebro...

Cuando por momentos nadie reparaba en mi persona, él seguía mis pasos haciendo carreras con mi sombra. Yo corría tras su color canela y él jugaba a las escondidas para arrancarme sonrisas. Yo dirigía un circo con sus malabares y él era feliz con mis aplausos. El comprendía mis tristezas sin hablarme y yo leía sus necesidades en su mirada de caramelo.


Los días soleados de plazas rebozantes de niños eran su pasatiempo. Recibía enanos al final de los toboganes y aparecía de nuevo corriendo donde comienzan los arco iris y terminan los columpios.



Tuve que ser dura algunas veces, y aunque me costaba mucho, tomé valor para rigoréarlo y también para educarlo. Tuve que forcejear con él para que tomara sus medicamentos y solía resongar cuando lo refregaba con agua y jabón. También le enseñé a cruzar la calle mientras me miraba de reojo, obediente a mi lado y alerta a la par de mis pasos.

Lo extrañe tanto cuando lo llevaron un mes a las montañas! Volví a ser adulta en su ausencia, pues la niña se quedó en la plaza, entre columpios quietos esperando su regreso. Cada vez que llegaba a mi casa buscaba aquel par de ojos fijos y parlantes. Las tardes a mi regreso del trabajo no había recibidas albortadas, y mi mano se quedaba suspendida sin frotar su cabecita. Tampoco tenía a quien darle su comida ni a quién llamar; ya no recordaba el sonido de mis propias carcajadas, ni de mi voz. Había comenzado a sentir su ausencia demasiado temprano...
Pero yo sabía que él era felíz corriendo libre por los prados, tan libre como su corazón incorrompido.

Un día de lluvia como el de hoy, el atropello de un auto le quitó la vida. Esa vida que antes había sido robada del regaso negro de la señora muerte. La libertad de las húmedas montañas no estaba en las calles mojadas de la gris ciudad. Pero él no lo sabía...

Salí enloquecida a buscarlo, llorando sin consuelo al lado un local con la señal de una cruz roja. La gente pasaba indiferente sin comprender el dolor que me aquejaba.

No me animé a ver su cuerpecito pequeño y peludo agonizando. Menos me atrevía a volver a ver su mirada. Me culpo como hoy por no haber tenido valor; solo quería que él supiera que yo estaba a su lado en el momento más solitario de su vida, en el que no había piruetas ni alegría, ni niños, ni aplausos... solo un dolor inmenso que jamás había conocido su ingenuidad animal.
No llegó con vida a la veterinaria.

El era simplemente un cachorro de perro, como cualquier otro, pero con su pequeña existencia había llenado mi alma fugazmente, como estrella del firmamento cruzando el inmenso vació azúl del cielo. Y cuando lo vi por primera vez, pedí un deseo.

11 comentarios:

Cesc Sales dijo...

Tuvo mucha suerte ese cachorro de haber compartido contigo tantos momentos, tantos juegos...
No sientas tristeza ni culpa, pues muchas veces las cosas ocurren por algun motivo que aún después de mucho tiempo desconocemos...
Tus palabras llenas de amor y ternura seguro que le llegaran y una profunda sensación de bienestar le acompañará en su sueño eterno...

VITALIA dijo...

Muchas gracias por tus palabras tan cariñosas.
Antes no entendía ese amor exagerado por una simple mascota, incluso siempre tuve muchos animales- sobre todo perros-y me encantan. Pero el tocó mi corazón de una manera tan simple cuando yo estaba más dura, cerrada e inconmovible. Era testigo de todo lo que hacía, me movilizó,me hizo sentir capaz de cuidar y de amar cuando pensaba que lo había perdido. Quizá para eso vino.

Un beso grande y gracias por tu ternura.

Skelter dijo...

Precioso relato.

Voy a beber algo que deshaga el nudo en mi garganta.

Saludos.

Christian dijo...

Esta clase de historias son mi debilidad. Sera por que adoro a mi perrita, no puedo evitar sin salir a ver que paso. Un beso.

Libélula dijo...

Vitalia, mi compañera libélula...

Siento tu dolor, este año mi Popote se fue y aún sigo sintiendo su ausencia. Aún extraño sus ronroneos y caricias. Cuando llego a casa, instintivamente espero sus maullidos y reclamos por haber ido a trabajar. Lo espero, todavía, lo espero...

Pero seguro que ahora están jugando los dos, allí donde no sabemos, donde no hay odios ni dolor, están juntos jugando y correteando...

Te dejo muchos besos y gracias por tus hermosas palabras.
Libélula.

Germanico dijo...

Uhh... que triste. Transmitiste muy sensiblemente el dolor de esta perdida. Y se me representó el dolor del momento, la nostalgia de lo que se fue.
Un poco este mundo es como "Lo que el viento se llevó" que nos gusta a ambos. Un mundo inseguro donde las cosas pueden marcharse de un momento a otro. Y donde estamos llamados a levantarnos como Scarlett, aunque ojalá lo perdamos nunca la inocencia como ella la perdió.
Gracias por visitarme. He leido que serás una futura colega abogada, así que espero que lo seas pronto. Escritora, abogada, impuntual, amante de Lo que el viento..., jaja, bueno, muchas similitudes conmigo así que te visitaré seguido.
Saludos y buen finde.
(Hermoso Tucumán: Tafí del Valle me encantó).

VITALIA dijo...

Germanico: Gracias por tu visita, ahora tengo caras nuevas. Así es, todos tenemos algo que el viento nos llevó. Lo que si no quisiera ser tan testaruda como Scarlett y menos perder la inocencia. Las necesidades a veces nos llevan inevitablemente a ello.
Espero recibirme pronto de abogada porque mi cabeza anda por otros lados, y que siga escribiendo: Si, soy impuntual, odio correr contra el tiempo.

Gracias por tu visita, estaré por tus pagos.

Aureliano Buendía dijo...

Me has hecho recordar una historia... una triste historia con final feliz.... Hace un año mi perro enfermó y estuvo a punto de morir..... no me di cuenta de cuanto le quería hasta que llegué de un curso y me lo encontré en casa casi sin poder moverse. Por suerte se ha recuperado.......lleva conmigo 8 años y desde hace un año tiene un hermanito adoptado de una perrera.

Lindos son los perros.....y puede ser increible el cariño que les podemos llegar a coger...... siento lo de tú perro. Sin duda un perro es mucho más fiel que muchas de las personas.

Lindo post.

Un beso.

CaZp dijo...

Siento tu pérdida y con tu relato, casi la siento propia.
Ahora... viva la música, tu canto y tu carrera.
Feliz hoy!
CaZp

Minombresabeahierba dijo...

Confía siempre en aquel que "Cuando por momentos nadie reparaba en mi persona, él seguía mis pasos haciendo carreras con mi sombra". Hay que estar atento para percibirlo, sin duda. besos

ani dijo...

Vitalia: por Dios! Que tristeza...qué bien usadas tus palabras para describir esa pérdida. Esa mano esperando el ritual, la caricia de todos los días, y tu perro lejos y después más lejos aún. Cuando se murió mi abuelo, recibí un señalador de alqguien que me escribió: "No perdiste a tu abuelo, ganaste una estrella en el cielo". Y así lo pienso. En lñas noches de verano, hablo con él y le pido un deseo. Tu perrito sigue vivo en todas las caricias que te permitiste darle. Tu perrito es un poco vos y vos sos él y la lluvia siempre lo va a devolver a la vida, mientras lo sigas recordando.
Muchas veces con su ternura los animales nos enseñan a brindarnos y a descubrirnos y somos capaces de todo por ellos.
Yo vi como moría mi gatito, de muy pequeña, pisado por un colectivo. Tampoco pude mirarlo. No te sientas culpable.
Sos muy noble, amiga.
Me encantó tu post.
Y aprovecho par recordar a mi perra Petunia (un cuzco con cara de foca)y a mi Gato Mimoso. Gracias!