Miró a través de los anteojos sosteniéndolos en sus manos un poco incrédulo, los vidrios del lente eran tan límpidos que parecían no estar en las cavidades de su marco lustrado. Se los puso, sus orejas apenas sí lo sostenían; de todas formas los usó, eran un par de anteojos nada más, todo el mundo los usa, ya se acostumbraría.
Cuando caminó por la calle, su cuerpo se sintió extraño. Flotó en el aire de la atmósfera.
Los árboles le parecieron más frondosos, de un verde más intenso, podía sentir el perfume de la madera, de la clorofila del verde. También podía ver el viento, envolviendo las hojas en un remolino; ¡hasta quería ser hoja para volar en su torbellino!
La gente que pasaba a su lado parecía tan bella... no como la belleza que el mundo conoce, no, eran sus ojos brillantes, sus sonrisas, sus cabellos de tonalidades tan diferentes.. hasta podía saber que los alegraba o que anhelos escondían detrás de sus pupilas.
Los colores eran intensos, los pájaros parecían sacados de un paraíso, el sol iluminaba como nunca aquella mañana. No solo habían despertado sus ojos, sino que todos sus sentidos le recorrían la columna vertebral.
Salió a pasear alrededor de una plaza, vio cosas que no eran bellas ni alegres, pero con optimismo. Vio un niño descalzo, en harapos con sus pies lastimados, sus ojos lacrimosos soñaban sueños imposibles, pero jugaba feliz a la pelota con otros chicos, sonriendo alegre con sus mejillas rebozantes hacia el sol.
También vio una anciana con su lazarillo, caminando a paso cansino; en sus manos llevaba los años de amasar panes y empanadas, pero portaba la vida en sus ojos, una buena vida...
El sol se filtraba por las ramas de los árboles, una tenue música latía en sus venas.
El presente se tornó como un sueño, comenzó a disfrutar de cada cosa que vivía y los momentos eran mágicos, tan mágicos que quiso compartir toda su felicidad con quien pasaba por su costado.Vió con sus ojos todo aquello que jamás había visto.
El se transformó. Un día curó enfermos y ancianos con sus manos milagrosas, defendió trabajadores, llevó música a los oídos de los tristes y deprimidos, contó cuentos a los niños y jugó juegos imposibles, pintó murales con caminos y arco iris, escribió libros, plantó arboles, amaneció del otro lado del mar, contempló puestas de sol por cada rincón del mundo, y unió en paz las manos de los combatientes de guerra...
Sus ojos humanos habían sido antes ciegos, tan ciegos que había rezado cada noche anhelando cambiar su suerte. Tanto había implorando a Dios que pudiese ver, que un día amaneció en sus ojos este par de anteojos. Ya jamás, jamás quiso dejar de usarlos.
A lo lejos, desde una alta cima donde se contempla el mundo entero, el Creador fundía con el rayo de una tormenta los marcos de unos lentes nuevos, los lustraba con el algodón de las nubes, y cristalizaba gotas de agua por donde se podía ver...